Redacción Central | Puerto Victoria
Aprovechando la Sesión Ordinaria de la Asamblea Popular, el Jefe del Estado, D. Nicolás de Jaumendrauguiera, ha pronunciado un discruso ante la Cámara, donde 'pone en clar' la situación de la micronación y amenaza con intervenir en la vida política de una forma 'directa' si las agrupaciones políticas no se ponen de acuerdo en el ámbito de la gobernabilidad.
'' Estimados asambleístas, queridos interventores, Señor 1º Ministro, y cuantos estan presentes:Cuando accedí a la Jefatura del Estado de la R.D. de Cantabria creí que mis días como micronacionalista habían llegado a su culmen: tras luchar junto a las distintas personalidades de esta anción para mantenerla a flote, veía como todo el trabajo hecho por los que están y los que no están ya había dado sus frutos. El nacimiento de un Estado de Derecho, garante de los DD.HH. y con claro sentimiento democrático fraguaba mientras se empezaban a transcribir los primeros artículos de nuestra Carta Magna.Tras ello, la convocatoria de elecciones a la Asamblea y la elección de cargos no hizo más que acrecentar mi satisfacción por el deber cumplido, y por qué no, también mi orgullo; mi orgullo de haber conseguido que todos nos pusiésemos a trabajar conjuntamente por un proyecto que a unos les parecerá una fantasía, y a otros un simple juego, pero para nosotros, o eso creía yo, este ''juego'' significaba un salto a la libertad, a la absoluta libertad de marcar nuestras reglas y hacer una pequeña parcela de la realidad nuestra, sujeta a lo que creíamos justo e injusto, un espacio de moral particular, un oasis de nuestro pensamiento ético, en suma, nuestra libertad.Y parecía que todo marchaba como se preveía, y, pese a las discusiones, todo comenzaba a encajar. Fue entonces cuando comenzamos a relajarnos: todo encaja, dejémosle hacer. ''Que inventen ellos'', diría Unamuno. Pero el problema es que no hubo ''ellos'' y Cantabria se sumió en un vacío político justificado o injustificado, pero largo.Ahora, cuando parecía que de nuevo la actividad volvía y el interés por crear reaparecía, las diferencias han salido a escena, latentes en la platea de nuestras mentes. No culpo a quienes las tienen, ni a quienes las manifiestan, ese es el objetivo de una nación libre y feliz. Pero las diferencias se tornaron en insultos y los insultos en violencia...El ejercicio político puede manifestarse de dos formas: con el mayor talante constructivo o con la mayor de las diferencias. LA política puede ser, no, ha de ser, constructiva y destructiva, pero nunca violenta, jamás.Así pues, en mi posición como Jefe de Estado, debo llamar la atención a las fuerzas políticas de este país, de nuestra tierra, de nuestro pan y nuestras gentes, para que aparquen la violencia y se dediquen a la política, al quehacer y no a la agresión. Si no es así, me veré obligado, en virtud de la Carta Magna, a intervenir en la vida política de una forma más directa. No es una amenaza, tómenlo como un consejo.'''